Un rescate bancario es un término que se utiliza para describir un conjunto de medidas que se toman para evitar el colapso de una entidad financiera.
Esto suele implicar la inyección de capital por parte del gobierno o del banco central para garantizar la solvencia de la institución y evitar el contagio del riesgo sistémico a otras entidades financieras.
El rescate bancario se puede aplicar a bancos, compañías de seguros y otras instituciones financieras, y se lleva a cabo cuando la situación financiera de la entidad en cuestión es insostenible y representa una amenaza para el sistema financiero en su conjunto.
Existen diversas modalidades para llevar a cabo un rescate bancario, como por ejemplo la adquisición de activos en dificultades por parte del gobierno, la provisión de financiación en forma de préstamos o la temporal nacionalización de la institución financiera.
El objetivo principal del rescate es garantizar la estabilidad financiera y evitar la propagación del riesgo sistémico a otras entidades financieras y a la economía en general.
A pesar de que se ha llevado a cabo en varias ocasiones, el rescate bancario ha sido objeto de numerosas críticas.
Hay quienes sostienen que esta práctica puede alentar a las entidades financieras a comportarse de manera irresponsable, al saber que el gobierno las salvará en caso de dificultades. Además, se ha cuestionado su eficacia en la resolución de crisis financieras, ya que en muchas ocasiones se han presentado problemas similares en el futuro.
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