Desde una perspectiva contable, el término «Activo diferido» hace referencia a un activo que aún no ha sido utilizado en la empresa, pero que se espera que genere un beneficio futuro.
Este activo se registra en el balance general y se clasifica como un activo no corriente, ya que su beneficio se extenderá a lo largo del tiempo, en lugar de ser consumido de manera inmediata.
En general, los activos diferidos se generan cuando una empresa realiza un gasto que se relaciona con una actividad futura.
Por ejemplo, los gastos de investigación y desarrollo pueden generar un activo diferido si se espera que los resultados de la investigación generen beneficios en el futuro. Otros ejemplos comunes de activos diferidos incluyen los costos de organización y los gastos preoperativos.
Es importante destacar que los activos diferidos no son lo mismo que los activos fijos. Los activos fijos, como la maquinaria y el equipo, se utilizan para generar ingresos y se amortizan a lo largo de su vida útil. Por otro lado, los activos diferidos no se utilizan directamente para generar ingresos, sino que se espera que proporcionen beneficios en el futuro.
El tratamiento contable de los activos diferidos implica su registro inicial en el balance general y su posterior amortización a lo largo del tiempo.
La amortización de los activos diferidos se realiza en función del plazo en que se espera que genere beneficios futuros y se registra como un gasto en la cuenta de resultados.
La importancia de los activos diferidos radica en que proporcionan información sobre las inversiones a largo plazo de la empresa. También pueden ser una señal de la estrategia futura de la empresa, ya que los gastos de investigación y desarrollo, por ejemplo, pueden indicar que la empresa está invirtiendo en tecnología para mantenerse competitiva en el futuro.
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